23 de abril de 2008

Hueco

Ese niño era como un helado, un helado de limón, lo mismo de ácido y frío que de apetitoso y goloso. Tenía una dulzura que hacía que todas estuviesen locas por él. Era encantador y siempre estaba ahí cuando lo necesitabas… Intelectualmente alucinante y, en resumen, un auténtico manjar.

Sin embargo, bajo esa superficie brillante y bruñida se encontraba una calculadora con piel y patas. Arrogante y orgulloso hasta el hastío, era capaz de conseguir cualquier cosa, y la conseguía, a cualquier precio, utilizando cualquier recurso y sin ningún tipo de escrúpulo ni contemplación.

Además, era un ser autodestructivo, introvertido, antisocial, problemático, intolerante, egoísta, complicado e inaccesible… Cuando saltaba de repente con alguno de sus arrebatos, cual energúmeno, no había quién lo soportara. Las inseguridades y los complejos eran tan fuertes que le corroían el estómago y, para suplirlos, necesita subir su ego machacando a los demás.

Vamos, una persona por la que morirías para poder verla, al menos, una hora al día…